jueves, 7 de octubre de 2010

Cómo vivían los incas

Los incas creían en dos ideas que fueron la base de todas las sociedades andinas y sin las cuales no habrían logrado su éxito como imperio: la reciprocidad y la redistribución.

Reciprocidad significa que si alguien recibe algo de otra persona, en algún momento debe devolver algo equivalente. Pueden ser bienes o servicios, siempre que tengan un valor equivalente. Por ejemplo, si un campesino le pide a otro que lo ayude a arar la tierra, este queda con una deuda que tiene que saldar y el otro tiene el derecho a pedirle que lo ayude a arar su tierra de vuelta. El Zapa Inca, nombre dado al soberano, aprovechó y utilizó esta costumbre; les entregaba a los kuracas y jefes de los distintos pueblos finos y valiosos regalos, los invitaba a celebraciones y los recibía en su presencia. De esta forma, los kuracas quedaban con una deuda y tenían que aceptar los requerimientos del Inca. Este sistema era utilizado por los pueblos andinos, ya que no utilizaban el dinero como forma de cambio.

En general, el gobernante demandaba de sus súbditos fuerza de trabajo, es decir, personas para realizar distintas tareas. Este tributo, llamado mita, era el que más comúnmente exigía el estado y duraba cierto tiempo o algunas temporadas. Mientras tanto el gobernante se encargaba de alimentar y mantener a las familias de los trabajadores que realizaban estas tareas.

Con este sistema, los incas acumularon grandes cantidades de bienes, como alimentos, ropas, objetos de piedra, vasijas de cerámica, adornos de metal, plumas y conchas. La redistribución consistía en los gobernantes tomaban estos productos y los repartían entre las distintas comunidades, las que al recibirlos quedaban obligados a realizar nuevos trabajos. La redistribución de los objetos más valiosos sólo se hacía entre las élites o personas de mayor importancia, quienes manejaban las relaciones políticas y religiosas. Mientras más poder tenían los incas sus regalos se hacían más costosos, por lo cual los grupos o gobernantes de otros pueblos quedaban obligados y subordinados al Tawantinsuyu, nombre dado por los incas a su imperio.

El sistema de andenería

Uno de los motores económicos del desarrollo y expansión inca fue la agricultura, para la cual utilizaron sistemas de andenería o terrazas que eran construidas en los valles o laderas de cerros, generando sectores planos, contenidos por muros de piedra. Dentro de estos plantaban y cosechaban maíz, papas, ají, yuca, ocas, porotos, calabazas, y quínoa, entre muchos otros productos. Estos sistemas de andenes requerían de complejos sistemas de regadíos. Estos eran verdaderas obras de ingeniería que fueron tomadas de los conocimientos de los grupos anteriores a los incas y que vivieron en la costa de Perú: moche, chimú y nazca. También practicaron la ganadería de llamas y alpacas, que usaban tanto como medio de transporte como para alimentarse, y obtener lana, huesos y grasa.

El quipu

Los incas utilizaron un sistema de registro para administra los bienes que se producían, la cantidad que se almacenaban, el cumplimiento de los tributos de cada comunidad y mucha otra información necesaria para administrar un inmenso estado. Se llamaba quipu y era una cuerda de la cual colgaban numerosos hilos de diferentes colores, que eran anudados para indicar cantidades y distintos tipos de cosas. Los especialistas en leer, hacer y guardar estos quipus, eran los quipucamayoc, nobles que participaban de una escuela que los entrenaban para esta tarea que les confería gran importancia en la sociedad inca.

El arte de la cultura inca

Los artistas y artesanos incas crearon obras de arte en muchos tipos de materiales. Trabajaron con gran talento la madera, la piedra, el hueso, la concha, y las plumas, pero entre los más importantes están los textiles, los metales y la cerámica.

Muchos de los artesanos altamente especializados no eran de origen incaico. Los incas utilizaron a los artesanos más experimentados de otras culturas para crear y conseguir los mejores y más finos productos de todo tipo.

De la costa norte de Perú, llevaron al Cuzco a los mejores orfebres chimúes, quienes tenían una larga tradición creando complejos y hermosos adornos y objetos de metal. Como el zapa inca era descendiente del Sol, su dios, usaba principalmente cosas de oro, metal considerado lágrimas del Sol. Otra materialidad que tenía muchísimo valor para las culturas andinas eran los textiles. Por esto, los incas tomaron desde la costa sur del Perú a los mejores tejedores herederos de las tradiciones paracas y nasca, quienes usaban lana de alpaca, vicuña y algodón para hacer finísimas ropas, adornos, tapices y armaduras, entre otras cosas.

En la alfarería destaca la cerámica hecha en el Cuzco, con diseños en su mayoría geométricos y pintada con colores negro, rojo y crema. Los incas tenían un jarro muy propio de su cultura llamado maka. Este jarro, llamado aríbalo por los europeos, era importante porque en él se guardaba y servía la chicha, que era una bebida sagrada usada sólo en las celebraciones y los ritos. Los makas eran regalados por el soberano Inca para hacer alianzas con otros pueblos.

La organización social de los incas

Los incas tenían una organización social basada en un sistema dual, es decir, todos los grupos sociales estaban divididos en dos partes: hanan o la parte de arriba y hurin o la parte de abajo, cada una con sus propios dirigentes. Cada pueblo que componía el imperio Inca se organizaba en ayllus o grandes familias donde se agrupaban las personas que descendían de un antepasado común y que eran liderados por un kuraka.

En general, la sociedad inca estaba dividida en cuatro partes:

La clase más alta eran los orejones. Era el grupo gobernante y tenía muchos privilegios, especialmente el acceso a la educación. El zapa inca debía tener fuerza, valentía, capacidad organizativa, dotes de estratega e información. Los que tenían esas cualidades, tenían derecho a acceder al liderazgo. Los orejones vivían en las ciudades y se dividían en panacas o linajes. Aquí también se ubican las clases dirigentes o jefes de los grupos que eran conquistados por los incas.
 
Un grupo intermedio eran los especialistas, entre ellos se encuentran los artesanos; los científicos, técnicos y maestros, denominados amautas; los contadores y administradores llamados quipucamayocs y kuracas, y las personas que participaban en el área militar y religiosa.
 
Después se encuentran los hatunrunas o campesinos, quienes vivían en los alrededores de las ciudades y eran la mano de obra para las construcciones, agricultura, ganadería y el resto de las actividades que eran necesarias para producir alimentos y distintos objetos. Pagaban el tributo en trabajo que pedía el inca a través de la mita.
 
Luego están los yanaconas, que más que esclavos eran servidores de por vida. A este grupo pertenecían algunos individuos de los ayllus dominados.

La religión inca

A través de una leyenda, los incas explicaban su origen. Esta cuenta que en un principio, los hombres vivían en una tierra donde no había luz, ni Sol ni Luna. Un día, del lago Titicaca salió un dios llamado Ticci Wiracocha quien hizo salir el Sol, llamado Inti, y la Luna, llamada Kolla. Los hombres que vivían en la oscuridad se secaron y convirtieron en piedra. Después Ticci Wiracocha se fue a un lugar llamado Tiwanaku y de las piedras que allí habían hizo gente, cada uno con los trajes que debía usar como nación y les dio sus nombres. Luego de esto, los mandó a poblar el mundo. De ahí nacieron los hombres. Luego Ticci Wiracocha cruzó el Titicaca y se perdió en el mar. Los primeros incas habían llegado a Cuzco por una cueva que se encontraba cercana a la ciudad, de ahí había salido los fundadores Manco Capac y Mama Ocllo y sus hermanos y hermanas.

En la religión inca, el Sol y la Luna son los dioses principales, de los cuales descienden los gobernantes y sus familias. Por este motivo fueron ampliamente adorados y se convirtieron en las figuras principales. Del Sol descendía el zapa inca y de la Luna su mujer principal, la Kolla. Como descendían de estos astros, los gobernantes incas fueron considerados seres sagrados o divinos, porque podían conversar con el Sol o Inti.

Sin embargo, el zapa inca, aunque era la representación del Sol en la Tierra, no podía hacer lo que quisiera. Estaba sometido a muchos controles de los miembros del consejo, de las familias reales o panacas, quienes le exigían respetar las formas correctas de conducta. Si no las cumplía, podía ser reemplazado. Como era un dios, sólo algunas personas podían verlo directamente, estaba vestido con ricas ropas, hermosos adornos de oro, grandes tocados y rodeado de gente a su servicio.

Las huacas

Los incas llamaban huaca a todas las cosas sagradas, entre ellas se encontraban los cerros y montañas, algunos cuerpos celestes o fenómenos climáticos como rayos, relámpagos o truenos. Existieron dos huacas muy importantes, las cuales se convirtieron en santuarios para los incas: Pachacamac (al sur de Lima, Perú) y la Isla del Sol (lago Titicaca). En el primero residía el dios de los temblores, que debía ser adorado porque si se sacudía muy fuerte podía destruir la Tierra. Este era un antiguo dios que fue adoptado por los incas. La Isla del Sol corresponde al santuario que se encuentra en el lugar donde apareció el dios Ticci Wiracocha. En estos y otros santuarios importantes, vivían las mamaconas, mujeres que se ocupaban de mantener y producir los objetos sagrados para los ritos de los dioses.

Como los incas fueron integrando distintos pueblos y culturas, también incluyeron los dioses de estos grupos a su religión, al mismo tiempo que les exigían aceptar la adoración al Sol y al zapa inca gobernante. Esto fue de mucha importancia en la estrategia de conquista y expansión incaica, porque permitía a los pueblos seguir adorando sus propios dioses, siempre que incluyeran al Sol.

Al ir avanzado por distintos territorios, los incas iban haciendo ofrendas a sus dioses. Entre estas ofrendas encontramos los santuarios en las cumbres de altas montañas, muy comunes en Chile y Argentina. En varios de ellos se realizaron sacrificios humanos o kapacochas, especialmente con niños. Estos se enterraban vestidos elegantemente, acompañados de figurillas de mujeres, hombres y llamas hechas de plata, oro o concha; bolsitas con hierbas, vasijas con comida o bebida, entre otras cosas. En otros santuarios, sólo se ofrendaban objetos, como figurillas de oro de mullu, una concha considerada el alimento de los dioses.

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