La ciencia no puede acabar con la religión budista, ha afirmado el Dalái Lama. Diversas serían las razones, según el astrónomo Paul Wallace: ciencia y budismo no entran en conflicto por la flexibilidad ideológica del budismo, por la búsqueda de la verdad que el budismo promulga (en la que la ciencia tendría un papel clave), y por el hecho de que los objetivos del budismo no sean los mismos que los de la ciencia y, por tanto, no haya posibilidad de competencia entre ambos. ¿Podría la perspectiva del budismo conseguir que, simplemente, el conflicto entre ciencia y religión se evapore? Por Yaiza Martínez.
Desde la perspectiva del budismo, la ciencia no puede acabar con la religión budista. Esto es lo que declaraba recientemente el Dalái Lama en una charla sobre el tema “ciencia y Budismo” impartida en un encuentro de la Emory-Tibet Science Initiative, proyecto cuyo fin es incorporar la ciencia moderna al currículum de los monjes tibetanos budistas exiliados por toda la India.
En la revista Religiondispatches, el astrónomo y físico de la Escuela de Teología de la Universidad de Emory (Estados Unidos), Paul Wallace, que asistió a dicha charla, ha descrito las reflexiones del Dalái Lama sobre la relación ciencia-religión.
En su discurso, escribe Wallace, el Dalái Lama comenzó explicando cómo, hasta el siglo XVI, la cosmología budista tradicional hablaba del Monte Meru como de una montaña sagrada situada en el centro de una Tierra plana, con forma de disco, rodeada por todas partes por el mar.
Sin embargo, a partir del siglo XVI, con la llegada de los exploradores europeos a la India, que traían una nueva religión y una cosmología distinta, comenzó a extenderse la idea de que la Tierra no era plana, sino redonda. Los nativos de la época ofrecieron resistencia a esta nueva idea: si era cierta, ¿dónde se encontraba entonces el Monte Meru?, en la superficie de una esfera no existe un punto central…
Finalmente, la idea científica moderna acabó por imponerse. El propio Dalái Lama reía en su exposición, aceptando con naturalidad que el Monte Meru, simplemente, no existía, explica Wallace.
Flexibilidad ideológica
Esta flexibilidad de los budistas para cambiar de ideas y, por tanto, también para aceptar las ideas científicas, tiene en parte su origen en la diversidad ideológica de la propia religión budista. Según Wallace, para empezar, el budismo presenta relatos diferentes acerca de su propio fundador, Buda Gautama.
Para muchos budistas, Buda fue un ser divino, un salvador de la humanidad. En cambio, para otros, Buda no fue nada de esto. Hay incluso corrientes budistas que apenas lo tienen en consideración.
En lo que se refiere a la ideología del budismo, los budistas creen que existe el karma o la responsabilidad por los propios actos en todas las encarnaciones, que hace que los humanos deban vivir incontables vidas hasta superarlo.
Pero, una vez que el karma está cumplido, la idea de lo que puede suceder varía en función de la escuela budista. Así, por ejemplo, los budistas de la escuela Theravada creen que es entonces cuando el alma pasa al Nirvana o estado celestial que existe más allá de las reencarnaciones y que se alcanza cuando se llega a la perfección, abandonando el doloroso ciclo de la vida.
Los budistas de la escuela Mahayana, por su parte, creen que, tras superar el karma, los humanos pueden tener la opción de volver a la Tierra como “bodhisattva”, que es aquél que ha logrado la iluminación espiritual pero que posterga su entrada al Nirvana para ayudar a otros seres vivos a que también ellos alcancen la Iluminación.
Objetivos distintos
Además de la diversidad de ideas del budismo, que favorecería la compatibilidad entre la ciencia y esta religión, existe otro factor en el budismo importante para que dicha compatibilidad se dé.
El Dalái Lama habló en su charla acerca de las enseñanzas de Buda (conocidas como Budadharma), en las que el propio Buda expresó que rehusaba enfrentarse a las grandes cuestiones (la cuestión del origen del Universo, la existencia de un Dios, la metafísica, o el propósito de la vida, etc.) simplemente porque éstas escapaban a su misión.
Buda consideraba que su labor en la Tierra consistía en aliviar el sufrimiento de los seres vivos. A este respecto, el Dalái Lama declaró: “La misión de Buda no era medir el radio de la Tierra o la distancia entre la Tierra y la Luna o la distancia entre las estrellas, sino enseñar el dharma, con el simple propósito de aliviar el sufrimiento de todas las criaturas vivientes”.
Por tanto, la ciencia y la religión budista serían compatibles por el mero hecho de que se ocupan de cosas distintas.
Por otro lado, en sus enseñanzas, Buda animó a sus seguidores a creer sólo en aquello que estuviera acorde con su propia experiencia y razón, y no en aquello que hubiesen conocido a partir de fuentes externas, como personas con cierta autoridad.
Este planteamiento revela una racionalidad científica en todo su rigor, escribe Wallace, y esto a pesar de que los cuatro fundamentos en los que se debe creer para ser considerado “budista” no sean del todo racionales.
Dichos fundamentos son los siguientes: todas las cosas son transitorias, todas las emociones causan dolor, todas las cosas (incluido el “yo”) carecen de una existencia inherente y, por último, el Nirvana va más allá de los conceptos.
Un conflicto que se evapora
En opinión de Wallace, cuya tradición religiosa es la cristiana, cierta proximidad al budismo podría facilitar la reconciliación entre ciencia y cristianismo. El astrónomo escribe que “vivir cerca de la frontera (entre cristianismo y budismo) propiciaría la apertura de los cristianos a las ciencias y demostraría que el cristianismo puede incorporar en sí mismo la ciencia moderna, reservando un espacio totalmente disponible para la metafísica”.
Wallace señala que, de esta manera, se superaría la idea ampliamente extendida de que la ciencia puede acabar con la religión, una idea que defienden no sólo los religiosos más temerosos, sino también los ateos convencidos.
Según el autor del artículo: “el enfoque budista a la cuestión ciencia-fe no es el tortuoso asunto intelectual que padecen los que se afanan en cuadrar las acciones divinas con ciertas leyes de la física o con algunos detalles de la teoría de la evolución ni para aquellos que rechazan a Dios directamente, porque no pueden probar su existencia en un laboratorio”.
Los budistas pasan sus vidas tratando de ver el mundo con claridad, y reconcilian ciencia y religión para formar su propia visión. Desde esta perspectiva, el problema de la lucha entre ciencia y la religión, tan sustancial para tanta gente, simplemente, se evaporaría, concluye el astrónomo.
(Tendencias21)
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