A la mayoría de nosotros nos gusta mantener contacto con nuestros amigos, pasar tiempo juntos, intercambiar experiencias, contarnos cómo nos ha ido la vida y, no lo neguemos, también vender un poco nuestros logros (¿acaso lo de enviar postales a nuestros seres queridos desde lugares exóticos no es una forma de darles envidia?). Sin embargo, hay una diferencia importante entre los amigos y los familiares.
Y esa diferencia tiene que ver con el grado de violencia que se produce con la interacción con una u otra clase de persona.
Si bien los índices de violencia y de conflicto ascienden o descienden entre las personas dependiendo de la época que analicemos, así como del lugar geográfico, los índices de violencia doméstica de hombres con mujeres o parientes involucrados se mantienen mucho más estables.
Es lo que se conoce como Ley de Verkko, y es un patrón general de la estadísticas de homicidios: los homicidios en los que un hombre mata a otro hombre no emparentado con él han ido descendiendo más rápidamente a lo largo de la historia que las muertes violentas de niños, padres, cónyuges y hermanos.
Tal y como explica el psicólogo cognitivo Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:
La explicación de Martin Daly y Margo Wilson es que los miembros de la familia se sacan de quicio unos a otros en grado similar en cualquier tiempo y lugar, debido a conflictos de interés muy arraigados que son intrínsecos a los patrones de coincidencia genética entre personas emparentadas. La violencia viril entre conocidos masculinos, en cambio, la fomentan las luchas de dominio que varían más según las circunstancias.
Esta idea también podría aplicarse para explicar la razón de que en países en apariencia más culturalmente avanzados y con más fomento de los derechos de la mujer, como Finlandia y Noruega, sin embargo, haya más homicidios por violencia machista que, por ejemplo, España. Una hipótesis es que sencillamente en los países nórdicos se pasa más tiempo en casa (por cuestiones meteorológicas o sociales), lo que produce mayor tiempo de fricción entre familiares. Podéis leer más sobre ello El miedo infundado al terrorismo, los accidentes de tráfico, la violencia de género y otros hechos matemáticamente improbables (IV) y El miedo infundado al terrorismo, los accidentes de tráfico, la violencia de género y otros hechos matemáticamente improbables (V).
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