El sábado se inauguró en una zona exclusiva de Londres un nuevo club de Playboy, completo con casino, bar y restaurante y las famosas "conejitas" -atractivas meseras en reveladores atuendos, apretados corsés, tacones altos, orejitas de liebre y cola de algodón-.
No obstante, el club ya atrajo la crítica de activistas que consideran la presencia del establecimiento y su personal femenino como un paso atrás en la lucha por los derechos de la mujer.
Playboy empezó en los años 50 como una revista masculina que buscaba romper con los tabús sexuales del momento. Las fotos de modelos desnudas era el principal atractivo pero también incluía artículos e historias de famosos escritores, entrevistas con altas personalidades y guías sobre las últimas tendencias para el hombre moderno.
El imperio se fue expandiendo para incluir diseño de ropa, clubes exclusivos, mansiones, un programa de televisión y hasta producción de cine.
Otras épocas
En Londres, el primer club abrió en 1966, cuando la capital británica era el centro de la moda, la música, el arte y la vanguardia. Hermosas mujeres en sus trajes de conejita servían los cócteles o fungían de crupier.
El local tuvo gran éxito y atraía la crema de la farándula internacional como el bailarín Rudolf Nureyev, el cineasta Roman Polanski, The Beatles y las estrellas de la pantalla de entonces Michael Caine y Julie Christie.
Eran otras épocas, en las que las mujeres eran consideradas como un adorno al servicio de los hombres y la palabra “feminismo” no había entrado al léxico.
Su casino resultó tan lucrativo que mantuvo a flote el imperio de Hefner, que en muchos otros lugares perdía dinero a borbotones.
A comienzos de los años 80, la empresa Playboy perdió su licencia para operar como casino y el club cerró, motivando la clausura de otros establecimientos similares alrededor del mundo y marcando el principio de la decadencia de la empresa.
Nuevo club, misma fórmula
En los últimos años, Playboy, como su anciano dueño Hefner, ha intentado reformular la imagen asociada con la marca, la de viejo verde y filosofía machista anacrónica.
Es una imagen que ha reducido a la famosa revista a una publicación explícita, vulgar y ordinaria, según María Elvira Arango, directora de la revista colombiana para hombres “Don Juan”.
“El hombre que consume Playboy hoy en día no lo hace para leer a Gay Talese (destacado escritor estadounidense) o a los monstruos que escribían en otras épocas. Lo hace por las niñas desnudas”, afirmó Arango en conversación con BBC Mundo.
“Lo que tienen es una marca maravillosa, que está en el pensamiento colectivo de los hombres en todo el mundo”
Tal vez, en búsqueda de ese pasado glamour es que la empresa abre ahora su nuevo club el la exclusiva zona londinense de Mayfair.
El establecimiento presenta la misma estética visual que el modelo original de los años 60, con fotos antiguas de Hugh Hefner en sus años mozos rodeado de modelos.
El decidido estilo retro incluye una taberna administrada por Salvatore Calabrese a quien tildan del “mejor experto en cócteles del mundo”, una peluquería para afeites tradicionales, un bar deportivo y una terraza de fumadores. Precio de afiliación vitalicia: unos US$23.000.
“La estrategia es ir diversificando la marca. No solamente tienen un impreso, formas tecnológicas de información, ropa, muchos objetos Playboy. El club será otro producto más para vender una manera y un estilo de vida que ellos anuncian y que seguramente tendrá bastante clientela”, señala María Elvira Arango.
Contra el ícono
Clave en esa estrategia es el regreso de las conejitas como servidoras de cócteles, un empleo icónico (hasta cotizado, dicen unas) con estrictas reglas de apariencia, comportamiento, largas horas de trabajo y, naturalmente, el atuendo con las orejas y la cola de algodón.
La presencia de estas empleadas ha motivado protestas de parte de grupos feministas y defensores de los derechos de la mujer. Una coalición de estos, UK Feminista y Object, amenazó con realizar una manifestación durante la inauguración de gala el sábado.
Es un tipo de crítica al que está acostumbrada María Elvira Arango como mujer y directora de una revista de hombres. Pero le parece una postura exagerada.
“Con las niñas lindas siempre hay un buen mercado. Un hombre preferirá que le sirva un trago una niña en bikini con un rabo de algodón a que lo atienda un señor. Más sexy y bonito y si tiene la marca de Playboy tendrá su cola”.
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