Plantar un árbol no es coser y cantar, sino, simplemente, plantar un árbol. Porque, aunque tenga pinta de ser una actividad facilona, en realidad no es tan sencillo como parece.
¿Por dónde empezar, qué hacemos primero? Que no cunda el pánico, porque si bien no es tan, tan fácil como pudiéramos creer, en realidad basta con seguir unos pasos básicos para no errar en el intento.
La información ha de ser anterior a coger la pala y el plantón o meternos las semillas en el bolsillo. Así, hemos de conocer qué especies son más adecuadas para el lugar donde nos encontremos, ya sea el monte mismo o el jardín de nuestra casa. Como es sabido, cada tipo de árbol precisa de unas condiciones climatológicas y de riqueza del suelo distintas.
Un lugar adecuado
Por ejemplo, no es lo mismo un suelo más arenoso o más compacto o con una acidez mayor o menor, que dependerá del sustrato predominante, ya sea caliza, arcilla, turba, caliza, etc. Además, esto es fundamental, si plantamos varios árboles hemos de dejar un mínimo de 3 metros de distancia entre ellos.
También conviene ser exigentes a la hora de adquirir las semillas o los plantones. En general, hemos de adquirirlos en lugares de confianza, donde se garantice la calidad genética y unas mínimas condiciones fitosanitarias. Si preferimos los arbolitos a las simientes, mejor si vienen con cepellón.
Otro de los pasos previos es elegir el lugar más adecuado. Habremos de descargar puntos cercanos a cañerías o tuberías enterradas, a una huerta o a espacios ajardinados que requieran sol ni, por supuesto, cerca deparedes o construcciones que puedan molestar tanto al árbol como ser un estorbo a la inversa.
Cavar el hoyo con antelación
Una vez elegido el lugar, conviene despejar el terreno para que el árbol joven pueda crecer vigoroso, sin tener que competir con otra vegetación. A continuación, cavaremos un hoyo profundo de alrededor de 40 centímetros de alto, ancho y profundo, a ser posible un par de meses antes de introducir la planta para conseguir una tierra con mejores propiedades.
Finalmente, procedemos a plantar las semillas o el plantón, bien humedecido el cepellón como un primer riego que le ayudará a sobrevivir. Colocaremos la plantita recta y con la tierra bien prieta a su alrededor, con la tierra tapando la raíz al completo, justo al ras, en un pequeño agujero que habremos realizado en el hoyo al que previamente habremos devuelto la tierra.
Si le añadimos abono, éste no ha de tocar la raíz. Ponérselo también tiene su pequeña ciencia: hay que enterrarlo a un palmo de la planta, y no excederse con la cantidad. Si lo estimamos conveniente, por último, el arbolito puede ser protegido con mallas que lo rodeen, atadas a uno o varios postes a los que se sujeten con unas cuantas bridas.
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